lunes, 18 de enero de 2010

Castellana 45

Paseaba por Madrid nevado y encontré lo que creí un refugio. Castellana 45 es una librería ubicada en la dirección que indica su nombre, con un local pequeñito al que se accede por una escalera estrecha. Al entrar sonó una campanita, y apareció el librero, al que no debió gustarle mucho mi aspecto, porque se cruzó de brazos, gruñó un saludo y, ante mi comentario de que sólo quería mirar, clavó talones en el suelo para no perderme de vista.

Me gustó la colocación, que destacaba los libros de Asteroide y Acantilado, y mostraba libros de Maxtor y el Parnasillo. Tiene un poco de todo, como imagino debe ofrecer una librería de barrio, y luce muchos títulos lógicos en la zona (César Vidal, Mario Conde...). Tiene expositores para bolsillo y uno de ellos es para "Fábula" de Tusquets, una colección con un catálogo muy interesante pero que me da la sensación que está cayendo en el olvido.

Tuve la suerte de que entró una cliente (habitual, por el trato que recibió) y pude ver a Ricardo en acción, desplegando sus artes. Es seco y hosco, y por lo que dice recomienda de oídas, no por lectura directa. Pero sabía el nombre y los gustos de la señora, y eso es importante. Le ofreció Nancy Mitford y "El tiempo entre costuras" porque "le habían gustado mucho a una amiga suya". Como éste último no lo tenía, se ofreció a dejárselo al portero de su edificio cuando llegara. Sin comentarios.

Pese a que no me gustó nada la actitud de Ricardo hacia mí, mantuve mi costumbre de comprar algo en toda librería a la que entro. Elegí "La señorita Smila y su especial percepción de la nieve" porque me pareció muy adecuado para ese día. Ricardo no me devolvió bien el cambio y no me dio bolsa. Quizá sea inevitable en un barrio como ése desconfiar de aquellos que parecen de paso, pero no acepto que se me trate peor que a los demás. Es de las pocas veces que me he sentido ridícula, porque trabajo en un lugar mucho más grande y que me ofrece mejores precios, y si compraba algo era sólo por reconocimiento al gremio, no porque creyera que comprarle a él merecía la pena. Por eso, y aunque la librería no me disgustó, guardaré una muy mala impresión de Castellana 45.

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Hace ya tiempo que miria quiso creer. Percibo cambios en el horizonte y hay que afrontarlos. Seguiré hablando sola, pero en voz un poco más alta, por si alguien quiere replicar.

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