domingo, 27 de diciembre de 2009

La vida sin Grace

Grace is gone. James C. Strouse, 2007.

¿Por qué tradujeron así el título? Una de esas intrigas incomprensibles.

Grace es soldado y su familia trata de adaptarse a la rutina de su ausencia cuando ella está en el frente. Parece una casa inusualmente sobria y ordenada para albergar a dos niñas pequeñas y un padre trabajador. Sólo sabemos que el padre parece un hombre aburrido, y que no se comunica demasiado con sus hijas.

Cuando llaman a la puerta, no es Grace quien se presenta, sino dos militares que notifican su fallecimiento. Su marido se queda atascado. Llegan sus hijas del colegio, y al no saber qué decir, se las lleva a comer fuera. Y al no saber cómo volver, empiezan a viajar. Lo que sea, con tal de evitar decirles que Grace ha muerto.

Una hermana mayor demasiado responsable. Demasiado seria, quizá consecuencia de los silencios de sus padres. Una hermana pequeña aún inconsciente para percibir que no siempre se puede reír y que no siempre se puede saltar. Y un padre roto de dolor, intentando sonreír cuando no puede, concentrado en que sus hijas disfruten unas horas más, un día más, sin el dolor que les cambiará para siempre.

John Cusack es un gran actor. Muestra unos ojos inundados de pena. Con sus gafas demasiado grandes y sus pantalones de cintura demasiado alta, se lleva a sus hijas a un largo paseo. Cuando camina con ellas les da vueltas como si bailaran. Quizá lo hagan todos los padres. El mío lo hacía. Y tantos años después, recordarlo pega un puñetazo de dolor en el estómago, la tripa se me contrae, los ojos se entrecierran para aguantar el golpe sin derramar agua.

Quizá no sea la película más alegre para ver en Nochebuena, pero merece la pena haberla visto, prefiero purificar mi dolor y mis fantasmas en lugar de ahogarme en el mar de brillos y oropeles que bañaban el televisor.

Porque los tres son fantásticos, y estarán ahí para los otros dos. Porque aunque las ausencias nunca tengan sentido, al menos nos ayudan a ser conscientes de las presencias.

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Hace ya tiempo que miria quiso creer. Percibo cambios en el horizonte y hay que afrontarlos. Seguiré hablando sola, pero en voz un poco más alta, por si alguien quiere replicar.

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