lunes, 26 de julio de 2010

Madres e hijas

Rodrigo García, 2009.

Me gusta más el título original, "Mother and child", en singular, porque es igualmente aplicable a todas las historias que cruzan, pero las individualiza en cada término, no las agrupa.

Me gusta mucho el personaje (y la actuación) de Annette Bening, una mujer que en su adolescencia quedó embarazada y dio el niño en adopción, y lleva 37 años paralizada por esa decisión. "Dentro de poco será su cumpleaños. Cumple 37" es la primera frase de la película, pese a que hemos recibido ya una sucesión de imágenes. Bening trata de volcar su ternura en su madre anciana, gravemente enferma, puesto que se ha aislado del exterior hasta tal punto que apenas tiene trato con nadie. Sin embargo, su amargura es tal que su madre se relaciona más con la chica que limpia en casa que con su propia hija. Son duras las imágenes en que Karen mira con celos la ternura que hay entre las otras mujeres que la rodean, como una extraña usurpa su puesto.

Me deja más fría el personaje de Naomi Watts, la hija de Karen, que se ha hecho a sí misma una gran profesional y una mujer independiente y orgullosa de su soledad. Es interesante cómo construyen su actitud de dominio a través del sexo y cómo le cuesta relacionarse con personajes femeninos. Me parece cruel que el guión evolucione hasta deshacerse de ella, es un punto de melodrama excesivo, aunque pueda interpretarse como que hay cosas que ocurren demasiado tarde, hay oportunidades que pueden perderse.

Lo que más me ha gustado son esos hombres secundarios que apoyan a estas mujeres tan solas. Que las encuentran en su camino, se acercan tímidamente y al descubrir sus heridas, simplemente tienden la mano. Son dulces, tiernos, magníficos. Transmiten un mensaje tremendamente reparador, que habla de que siempre hay una oportunidad, de que todos podemos ser amados y que la vida puede ser otra cosa (impresionante la evolución de Karen). Son poderosos hasta tal punto que me han hecho pensar que todos los hombres de la película son así, y me ha costado recordar que lo son esos dos, pero que hay otros dos que no comparten ese rol: el vecino que le pone los cuernos a su mujer (y pena me da esa pobre cuando encuentre unas bragas -usadas- que no son suyas en su cajón de la ropa interior) y el marido tierno y amable que rompe con su mujer porque no puede aceptar no tener hijos biológicos aunque ella sea estéril. Este último presenta otro modelo de maternidad interesante (dentro del amplio espectro que analiza la película), la madre que tiene al hijo dominado, que habla también por su boca y está tan presente en su matrimonio que acaba rompiéndolo.

Limpia y sincera. Fácil y emocionante. Me ha gustado.

No hay comentarios:

Datos personales

Hace ya tiempo que miria quiso creer. Percibo cambios en el horizonte y hay que afrontarlos. Seguiré hablando sola, pero en voz un poco más alta, por si alguien quiere replicar.

Etiquetas